A la siguaraya (cuyo nombre científico es Trichilia havanensis) la conocen en Cuba con nombres diversos como atori, “rompe camino” porque tiene la fuerza para destruir el fúmbi (muerto) enemigo; “tapa camino”, porque evita que este interfiera en la senda de su nfumo y lo obstrucciones y “abre camino” porque desbarata todo lo malo y facilita la vida del hombre abriéndole paso.
Este frondoso árbol de la familia de las meliáceas, que crece silvestre y fuerte en los campos de la Isla, alcanza entre ocho y diez metros de altura y es considerado como sagrado para las religiones afrocubanas. En La regla de palo monte, la siguaraya figura como palo importante de la nganga.
La Biblia cuenta que fueron siete los ángeles y siete las plagas. Y los santeros cubanos afirman en el árbol conocido como Siguaraya, se encuentran las siete potencias, o sea, los siete orishas principales de la religión yorubá: Elegguá, Obatalá, Changó, Oggún, Orunla, Ochún y Yemayá. Pero el dueño de la Siguaraya es Changó, y por ello, en el Palo o Las Reglas del Congo, a este árbol le dicen también Siete Rayos, en referencia al dios del trueno y el fuego, representado por Changó, la Santa Bárbara del catolicismo. Se le considera el primer palo del monte y se usa para abrir los caminos y la suerte de quien la invoca, pero los cierra al enemigo.
En México, entre otros nombres comunes, es conocido por Cucharillo, Ciruelillo, Limoncillo, Garrapatilla, Palo de Cuchara y Cuache. En otras naciones le llaman Caimito de montaña y Quina silvestre. Y en Costa Rica le dicen Uruca. (Florece de enero a marzo-abril y sus flores son de un color blanco versoso.)
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